Aunque tenemos que pensar de manera global y en grande, debemos actuar en lo local y en lo pequeño. Si bien es cierto que debemos honrar y cumplir el acuerdo de París para aportar soluciones al cambio climático, debemos aterrizar nuestras acciones a nuestras capacidades, a nuestra cotidianidad y a nuestros impactos reales.
Como contribuyentes al cambio climático y las emisiones de CO2, debemos saber que alrededor de 24% de los aportes están asociados al sector agrario, pecuario, descomposición natural e incendios forestales. Bajo esta realidad, ¿qué vamos a hacer para tener ganadería sostenible con proyectos de silvicultura y ganado estabulado con poco alimento concentrado de soya? Este es un cultivo extensivo que afecta los servicios ecosistémicos. ¿Qué vamos a hacer con los sembradíos de arroz no secano? Este cultivo monopoliza el uso del agua y es altamente contaminada con pesticidas. ¿Qué vamos a hacer con los pesticidas, abonos y fungicidas que afectan la salud, el ambiente y el comercio pues cada vez están más cuestionados en los mercados internacionales? La solución está en cada uno de nosotros que somos los compradores; hay que informarse bien y tomar decisiones que premien las buenas prácticas ambientales y sociales.
Otro gran contribuyente de CO2 es la producción de energía con carbón y diésel como lo hacen la mayoría de los países de Europa, Asia y anteriormente los Estados Unidos. Este claramente no es el caso de Colombia, pues aquí alrededor de 70% es energía producida por hidroeléctricas y ahora con los esfuerzos de las empresas ya estamos con producción de energía solar y en menor proporción eólica. Sin embargo, una cosa es la que piensa el burro y otra el que lo está enjalmando: en 2017 en un ejercicio de análisis sobre el impacto ambiental de la energía eólica facilitado por el director de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en Suiza y en el marco de la ONG Iniciativas de Cambio, fue sorpresivo para mí el hecho que los asistentes (con excepción de una persona de la India y yo), pensaran que la energía eólica fuera altamente contaminante por el impacto en la afectación y mortandad de pájaros, la generación de micro climas que afectan a la naturaleza y la producción de alimentos, el ruido, la contaminación visual y la minería asociada a la fabricación tanto de las hélices y baterías y toda el equipo.
Siendo nuestro país autosuficiente en energía, nuestra contribución será más de conciencia y racionalización del uso por el cuidado de las fuentes de agua y también cambiar el uso del diésel y del carbón por gas natural o por propano. Así mismo tener claro que nuestra agenda ambiental debe ser más proactiva y propositiva para cuidar nuestros bosques y proteger el Amazonas con el mercado de compensaciones de CO2 con los recursos que deben pagar ciertas actividades y empresas del mundo entero y con eso también podemos cumplir ejemplarmente con nuestros compromisos ambientales, incluido el acuerdo de París.
En el caso de Colombia tenemos asegurada la energía hidroeléctrica pero necesitamos asegurar por lo menos por 40 años más de minería e hidrocarburos para el transporte terrestre, aéreo, fluvial, los insumos para producir desde tubos de PVC, hasta equipos de alta tecnología para la salud y comunicación; así como gas para que todos podamos cocinar, calentar el agua y ojalá para exportar como combustible limpio y de transición para generar los ingresos con los cuales se pagan el funcionamiento del Estado, la salud, la educación, la justicia, la seguridad y hasta las pensiones de todos los colombianos pues a punta de impuestos que destruyen a los que dan empleo, a los empresarios y a los empleados es tan incoherente como dejar enterrados el gas o los minerales que tenemos para tener que importarlos de otro país. La acción aquí es entender con datos reales los proyectos de minería y gas que nos están dando actualmente y nos darán a futuro los benéficos anotados.
Para terminar es importante anotar que aunque los diagnósticos dicen que se va a parar el consumo de carbón, se sabe que el Asia -y particularmente China e India- necesitan carbón por los próximos 20 años y que pese a que a algunos sectores lo nieguen, el gas además de ser el combustible de los pobres en nuestro país, es también un combustible limpio y de transición. Es así como en Estados Unidos, Canadá y Europa se ha reemplazado ,con grandes beneficios ambientales y de eficiencia y precio, al carbón y al diésel en la generación de energía y en el transporte.
Según el presidente Barak Obama gracias al fracking Estados Unidos se convirtió en la Arabia Saudita del gas, explicando también los extraordinarios resultados económicos del gobierno saliente de Trump, por lo que es obligación seguir conversando sobre nuestros proyectos pilotos de frracking y yacimientos no convencionales con la experiencia exitosa de Ecopetrol en sus campos en los Estados Unidos, y tratar de entender y así mismo averiguar por qué los países que no tienen hidrocarburos son los que mayormente se oponen a las prácticas de fracturamiento hidráulico.
Artículo publicado originalmente en La República
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