Si bien es cierto que nos ha tocado enfrentar esta nueva guerra contra un enemigo que no conocemos y que en consecuencia la única estrategia que ha servido para no ser atacado por virus innombrable es esconderse de todo, alejarse de todos y asearse como nunca. Así fue como se detuvo el mundo en un año que no existió, no respetó y nuestra percepción del valor de la vida cambió.
La primera carrera que arrancó fue la de estudiar, entender, encontrar alguna cura médica todos los gobiernos, academia y empresas farmacéuticas arrancaron con todos los mejores recursos y sin limitaciones para encontrar la solución del cuidado de la especie humana sin distingo de nacionalidad, creencia, género, gustos, ni raza; la meta era la medicina para todos. Así fue como países, científicos y la sociedad mundial celebró cada avance como una victoria propia.
En el mientras tanto el tiempo corría, los muertos aumentaban, los líderes del mundo tomaban decisiones tratando de mantener una normalidad relativa pero los enfermos y fallecidos seguían creciendo. Por otra parte las redes sociales, donde cualquiera puede esgrimir lo que se le ocurra llenaban el ciber espacio y a la sociedad con información que solo servía para confirmar nuestra creencia e hipótesis. En su esquina los medios que tienen sus sistemas de validación, fuentes y curaduría no competían pues la información cierta o probada era absolutamente limitada.
Con las vacunas ya validadas con esfuerzos inimaginables de miles de científicos y cientos de instituciones de todo orden salen al mercado donde nuevamente las voluntades entre diferentes países se unen en bien de obtener mejores oportunidades en calidad, precio y más importante en tiempos de entrega. Así fue como Colombia hizo parte de la estrategia internacional Covax con la Organización Mundial de la Salud OMS.
En el entretanto los cierres programados para inducir al freno de los contagios, siempre con buena intención, siempre como medida reactiva pero no siempre con sentido común, donde los adultos se quedan sin trabajo, los niños sin educación, los jóvenes sin socialización, los adultos mayores sin familia y todos sin paz ni esperanza. Así fue como los empresarios mostraron su talento y se adaptaron, con trabajo desde las casas, mayor conectividad, flexibilidad en los horarios, nuevas cadenas y formas de distribución; los planteles educativos de calidad con profesores responsables encontraron la opción para la presencialidad; los restaurantes y teatros con aforos, los artistas con espectáculos en las calles y desde la virtualidad; los desempleados con emprendimientos caseros y todos los empresarios de negocios grandes y pequeños, formales e informales con una solidaridad, generosidad y sentido humanitario sin precedentes.
Ahora llegó la carrera la de vacunar al mayor número de personas en el menor tiempo posible y los empresarios nuevamente y como una nueva expresión de responsabilidad social ya se ofrecieron a coayudar en la cruzada de salvar vidas y reactivar la economía, la educación y el trabajo. Según un estudio del Instituto Nacional de Contadores INC sobre 2020 -año atípico, el aporte al empleo formal de las microempresas fue del 23% y de las empresas medianas y grandes fue de 45% por lo que se puede inferir el impacto que tendría la propuesta de la empresas y otras instituciones de carácter privado de ser parte de los procesos de vacunación para sus empleados, colaboradores y seguramente a parte de su cadena de contratistas en las ciudades y en la ruralidad como sería el caso de las empresas asociadas al sector agropecuario, minería, gas y petróleo. Seguro los empresarios serán también determinantes para ganar esta carrera humanitaria.
Artículo publicado originalmente en La República
La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.