Dice Aristóteles acerca de la felicidad que “todo arte y toda investigación e, igualmente toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”. En nuestro sempiterno optimismo parece evidente que hay una tendencia natural al bien en todas las acciones, especialmente las humanas, aunque la historia está llena de contraejemplos para estimular el debate. Es más, el gran filósofo griego nos dice que es la senda para alcanzar la felicidad, pues es lograr el mayor bien posible, que, a pesar de la avaricia, siempre se identifica con el bien común.
El presupuesto ético está inmerso en la naturaleza humana, dentro de un proceso continuo de aprendizaje, análisis y reflexión constantes, entendiendo con ello que no hay propiamente una identidad única de las ideas del bien y de la ética, aun cuando es evidente que hay elementos que son comunes en todos los individuos, sociedades y culturas.
Sin duda entonces como el mundo cambia también las visiones cambian; la ética no puede ser patrimonio exclusivo de unos pocos. Es una discusión universal, matizadas por los contextos propios, pero sin llegar a la relativización total.
En ese contexto, en nuestro país estamos atónitos, aquí y acullá, ante las diferentes manifestaciones de corrupción, injusticia, inequidad, donde nos desnudamos como sociedad alejada de una visión virtuosa. Las distintas formas de violencia, el abominable maltrato a niños, niñas y adolescentes y a adultos mayores; la trata de personas; el tráfico de fauna y flora; la minería ilegal depredadora; los sicarios disparando por doquier; la estafa; el robo y el atraco; el amañamiento de las convocatorias de bienes públicos; el sicariato; la estafa, el robo y el soborno; la extorsión; entre otros males, nos imponen la necesidad de restablecer diálogos constantes acerca de la ética.
Para Pacto Global el eje central para esta conversación es la Sostenibilidad, desde la acción integral en el ecosistema donde habita la sociedad y prospera. Esto implica vocación permanente de diálogo informado, bien argumentado, desprovisto de percepciones, con pasión, pero sin radicalismos. Buscando siempre la construcción de opciones que permitan, con límites que nuestro planeta y nuestra humanidad imponen, encontrar el Desarrollo Sostenible para todos.
Ese desarrollo es la búsqueda constante que llenen las expectativas de las personas; donde las oportunidades no sean factor de exclusión, y que cada cual, según sus propias capacidades puedan alcanzar estadios de felicidad. Por lo tanto, es una acción colectiva, teniendo como premisas esenciales la libertad, la tolerancia y la equidad. Son ella los faros de la voluntad de los individuos todos, sin distingos ni exclusiones. Así con certeza, la propia vida transcurre hacia el bien, como base esencial, como le dice Aristóteles, para alcanzar la felicidad.
La responsabilidad entonces es individual para conformar una responsabilidad colectiva. Es la refrendación del axioma matemático, donde la suma de los enteros positivos siempre da un entero positivo mayor. Nuestra apuesta con la Agenda 2030 nos conlleva a reforzar esta acción responsable. No podemos caer en la desesperanza, sino avanzar con la frente alta y con amplia visión hacia la meta de un mundo mejor; hacia una sociedad virtuosa.