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EL INFINITO EN UN JUNCO Irene Vallejo Penguin Random House – Grupo Editorial- Siruela, 2021 Colaboración de esta reseña Mauricio López González |
Aparecen en el papel o en la pantalla del computador, unos símbolos que nos adentran en el espíritu de una era, de unos personajes, reales o ficticios, de unos sentimientos, de expectativas, de luchas, en fin de todo lo que el ser humano encarna.
¡Y lo damos por hecho! Y no nos ponemos a pensar cuando esos símbolos organizados de una manera y no de otra, reflejan la forma del lenguaje; como fue que esta magia ha sido posible. Y como ese homo sapiens de apenas 300 mil años de devenir en esta tierra de más de 4.500 millones de años (notemos nada más la desproporción de las cifras, si las pasáramos completas) ha ido mutando su forma de expresión y la ha sistematizado continuamente.
Y es ahí donde entra la prodigiosa pluma de Irene Vallejo, joven, porque en el mundo de las letras siempre se es joven, con este impresionante ensayo a meternos y preguntarnos como surgió todo. Es que no basta con una simple descripción desde el paleolítico hasta nuestros días, lo cual ya de por sí es un trabajo encomiable; es el sentimiento y el desmenuzamiento del espíritu de cada época para lograr lo que tenemos hoy.
Es el garabato en una cueva lejana, o en un farallón inaccesible, donde surge la pregunta de que se quiso decir y como se escucharía; y como se hizo, con que punta, uña, hueso y con que mezcla de colores; o las tablas de arcilla vitrificadas para que los punteros de la cuña pudieran permanecer en las cuentas de una granero, o en el inventario de un vendedor; o tallar en una piedra toda una historia; o el deshilvanar el alma de un tallo de una determinada zona del mundo, para crear un espacio en donde transmitir el mensaje de un Dios, o simplemente, el saludo de una novia; o desecar la piel de un animal para dejarla tan delgada que pueda en ella transmitir o un edicto expulsando a miles de personas, o una elegía de amor eterno; o unas tablas delgadas suficientemente lisas para anunciar la gloria de un imperio o el epigrama cargado de ironía; o la piedra laja para ir a la escuela y borrar y volver a borrar; o el nuevo método de sacar de la madera hojas para ser impresas en las muescas móviles llenas de tinta de una prensa; o las pantallas digitales que inundan nuestras vidas en cada aparato, aquí y acullá.
Es ese el viaje que Irene Vallejo nos presenta, nos inquiere, nos estimula a avanzar con ella. Nos ubica en la misma zona, en la gran Biblioteca soñada de Alejandría o en los códices medievales, o en las tablas escondidas, o en las tabletas de arcilla quemadas al sol. Y ahí está la verdadera riqueza de esta obra que ensalza a su autora.
Nos ubica como parte integrante del sistema. La escritura, el libro, el documento, la pintura, el grabado, la escultura, no es sino el medio para transmitir el sentimiento del hombre y la mujer en este mundo, siempre convulsionado, siempre esperanzado, siempre atribulado. Nos hace parte de ese maravilloso descubrimiento a lo largo de la geografía, de las épocas distintas, de las conquistas y sumisiones, de las injusticias y de la gloria.
Es la vida la que se cuenta, la que no desaparece con el paso de los siglos, a pesar de los innumerables intentos de dejarla siempre en el olvido. Es el esfuerzo de muchos, aunque siempre sean pocos, por mostrar en el presente y para la posteridad, lo que fuimos, somos y seremos.