Cada situación compleja en la industria minero energética es estudiada y auditada para aprender, corregir y ajustar los sistemas y posteriormente, a través de la capacitación y simulacros, se adquieran las destrezas, las habilidades para tomar buenas decisiones y los recursos. Solo conociendo los riesgos y las amenazas potenciales se puede asegurar la integridad de las personas, del ambiente, de los activos, de la operación y de la reputación.
Si hacemos un símil con la industria minero energética y la Pandemia C19 nos ha dejado aprendizajes clase mundial que debemos documentar y capitalizar tanto en el gobierno, como en las empresas y la sociedad civil pues es el resultado de decisiones y acciones de personas extraordinarias.
Cartagena de Indias con 27% de su población* con índice de pobreza monetaria (menos de 2 dólares al día) en 2019, en 2020 le llegó la pandemia, el cierre de la ciudad y la ausencia de turistas que a su vez llevó el cierre de 30.00 empresas impactando con la perdida de 109.000 empleos**. En esa dramática coyuntura programas como el banco de alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena con las generosas donaciones del sector privado y haciendo esfuerzos gigantes inició una campaña de distribución sin precedentes pero los días pasaban y niños, ancianos y familias enteras sin poder salir a trabajar empezaron llegar a estados de desnutrición de suma gravedad.
Dos mujeres empresarias de la gastronomía relataban el dilema ético que tenían que resolver pues no habían recursos para mantener a sus familias y mucho menos a sus empleados; la realidad indicaba que había que despedirlos y entregarlos a esa realidad del hambre y la miseria que vivía la ciudad.
En conversaciones angustiantes ella y otros restauranteros de la ciudad resuelven proponer usar sus equipos, talento y empleados para poder preparar y distribuir comida de alto valor nutricional, alta calidad y con proteína animal para la gente más vulnerable, financiado por personas y empresas donantes que pagaban $4.000 por ración de 460 gramos entregada.
Un sistema de "coopetencia" donde se compite para cubrir los costos de los restaurantes (sin utilidad) y donde ganan los más vulnerables, los empleados de los restaurantes y empresas turísticas que hacían la distribución, el banco de alimentos con el aseguramiento del buen uso de los insumos y los mismos donantes que con $4.000 le enseñaban al país de solidaridad y al gobierno de calidad pues la comida que las alcaldías le dan a los niños en los planteles educativos valen 4 veces más y que comparado con los 14 menús diferentes que servían en este programa de S.O.S Cartagena es realmente precario y caro.
Como en la industria minero energética y de gas y petróleo este sector de la industria de restauranteros ha estudiado, aprendido y ahora elaborado para Cartagena, para Colombia y para el mundo la metodología: Alimentación Solidaria Economía de Retorno ASER, para que se adoptada en los planes de emergencia y contingencia donde en 14 horas la capacidad de reacción de los restaurantes en cadena puedan suministrar 1.200 raciones de alimentos en pleno desastre, como efectivamente se logró en el escenario de la Pandemia y con el agravante del huracán Iota que azoto al Caribe.
Otros ejemplos donde los empresarios y el sector privado puede dar ejemplo y los gobiernos deben trabajar en facilitar e incentivar la participación son el Cuidado del Amazonas que es el activo ambiental, social y económico más estratégico de Colombia y pulmón más importante del planeta. (Perú ya esta cuidado, conservando y reforestando a través de 38 millones de bonos del sector privado). Otra iniciativa es la aplicación de la vacuna contra el COVID-19 y seguramente cada uno de los lectores tendrá un ejemplo donde el sector privado sabe hacer más eficiente, más trazable, más económica y mejor las tareas.
Artículo publicado originalmente en La República
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