Durante las últimas semanas recibimos noticias de conmoción en los mercados internacionales y en la logística del comercio mundial cuando se supo que el buque carguero Ever Given, en una maniobra compleja, estancó con su proa uno de los costados del canal del Suez, bloqueando por completo el paso de este importante estrecho que una el mar Rojo con el mar Mediterráneo, y en extensión todo el trafico comercial entre el océano Indico y el océano Atlántico.
Según los expertos cerca del 15 % del comercio global pasa por esta via fluvial de 193 km de extensión y cuya historia se remonta a mediados del siglo 19.
Las dimensiones de las operaciones, la búsqueda de soluciones al encallamiento del gigante buque, las consecuencias económicas para las navieras y empresas dedicadas al comercio internacional, incluso la ubicación geoestratégica del canal y su historia involucrada aún con el antiguo Egipto y más recientemente con los virreinatos otomanos en la zona, generaron un especial interés en la opinión pública internacional pero sobre todo dejaron en evidencia los grandes e importantes retos de sostenibilidad de las cadenas globales de valor y de suministro en la actual lógica del comercio mundial.
Al mismo tiempo y, en esta coyuntura urgida por fórmulas de reactivación económica y de recuperación del sendero de crecimiento a largo plazo de nuestra economía, resulta del mayor interés estratégico continuar con el decidido esfuerzo de atracción de grandes flujos de inversión extranjera directa proveniente de países como los Estados Unidos que se encuentren en búsqueda de minimizar riesgos de operación diversificando sus cadenas globales de suministro. En esta medida, resulta fundamental desde la academia, la empresa, los gremios y la sociedad civil organizada, rodear y reforzar la tarea destacada tanto de Procolombia, como de todas las agencias regionales y locales de atracción de inversiones como Invest In Bogotá, Invest Pacific, Probarranquilla, entre otras, y todas las iniciativas de cooperación público privada que se articulen alrededor de fortalecer la posición de nuestro país como el más importante destino para estrategias de “nearshoring” en la región.
Que no sigamos profundizando en la idea perversa y miope de que la única responsabilidad del avance de estos asuntos recae en el gobierno, no. El pueblo colombiano tiene hoy la madurez necesaria para entender la corresponsabilidad de todos los actores económicos, políticos y sociales en el logro de nuestros intereses y objetivos nacionales, esto no es cuestión sólo del Gobierno. Debemos sentirnos orgullosos de contar hoy con los profesionales más preparados al frente de la política pública de comercio, industria y turismo en nuestro país, con equipos calificados y liderados por el Ministro José Manuel Restrepo, sus viceministros, Laura Valdivieso, Saul Pineda, Julián Guerrero, la presidente de Procolombia Flavia Santoro y el presidente de Innpulsa Ignacio Gaitán, entre muchos otros, líderes de las más altas y probadas calidades personales y profesionales, pero necesitamos entender que este equipo de gobierno debe estar rodeado de toda la sociedad en su conjunto.
Todos los ciudadanos colombianos somos corresponsables del avance exitoso de la política pública en los diversos escenarios. En esto resulta sobresaliente la experiencia reciente y el compromiso del Foro de Presidentes convocando a múltiples actores de la academia, la empresa, el Estado y la sociedad civil organizada, para promover el desarrollo de iniciativas, líneas y proyectos en temas como comercio, industria y turismo, comunicaciones y tecnologías de la información y de las comunicaciones, vivienda, educación, ciencia, tecnología e innovación, entre otros, buscando siempre con humildad, diálogo constructivo, liderazgo colectivo, coordinación, colaboración, pertinencia y convergencia.
Reitero desde esta columna el compromiso personal e institucional de seguir aportando, en esta línea de acción, a la construcción y fortalecimiento de sociedad y de civilización pues como bien decía José Ortega y Gasset: “Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde”
Artículo publicado originalmente en Revista Semana
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