Científicos advierten contra los planes para enfriar artificialmente las regiones polares
Estas propuestas son caras, inviables y potencialmente peligrosas, según una nueva investigación
Las propuestas para enfriar artificialmente las regiones polares del mundo —con el fin de frenar el impacto del calentamiento global— son caras, inviables y potencialmente peligrosas, según una nueva investigación científica.
El Ártico y la Antártida se están calentando más rápido que el resto del mundo, lo que ha llevado a algunos think tanks y empresarios a proponer intervenciones tecnológicas a gran escala.
Pero esas ideas —entre las que se incluyen rociar partículas reflectantes en la atmósfera para reflejar la luz solar, erigir “cortinas” marinas para bloquear el agua cálida procedente del deshielo de los glaciares y sembrar los océanos con nutrientes para estimular el crecimiento de algas que absorben carbono— no son viables y podrían dañar irreversiblemente las regiones polares, según un artículo publicado el martes en la revista “Frontiers in Science”.
“Algunas de estas ideas han recibido una visibilidad desproporcionadamente alta en comparación con su madurez y viabilidad”, afirmó el autor principal, Martin Siegert, científico polar y vicepresidente de la Universidad de Exeter.
Un grupo de más de tres docenas de científicos utilizó un conjunto de seis criterios para evaluar algunas de las ideas más publicitadas para enfriar las regiones polares, entre las que se incluyen la dispersión de perlas de vidrio para reflejar la luz solar, la pulverización de agua de mar para espesar el hielo marino y la perforación de glaciares para extraer el agua subterránea y ralentizar su deslizamiento hacia el océano. Concluyeron que la escala, los requisitos tecnológicos y el costo superaban con creces las capacidades actuales.
Muchas de las propuestas se verían obstaculizadas por el empleo de tecnologías no probadas en algunas de las regiones más frías y aisladas del mundo. Además, serían casi imposibles de gestionar mediante acuerdos internacionales, según los científicos, que añadieron que las intervenciones unilaterales fomentarían las tensiones globales.
La Unión Europea se ha sumado a quienes afirman que las implicaciones de tales intervenciones deben evaluarse minuciosamente, dados los posibles efectos secundarios sobre el suministro de alimentos y agua. Aunque aún se encuentran en una fase incipiente, estas tecnologías de geoingeniería están ganando terreno a medida que fracasan los esfuerzos internacionales por reducir las emisiones.
Los científicos afirman que el interés de los medios de comunicación por estas propuestas supera con creces su viabilidad y distrae la atención de la necesidad de invertir en adaptación y descarbonización, lo que, según ellos, podría revertir las tendencias de calentamiento en cuestión de décadas.
“Tenemos un método conocido para mejorar nuestra situación que cuenta con el consenso científico”, afirmó Sammie Buzzard, profesor de la Universidad de Northumbria y uno de los autores del artículo. “Sabemos cómo descarbonizar, así que deberíamos hacerlo”.
Sin embargo, los defensores de la exploración del enfriamiento polar afirman que algunos científicos se apresuran demasiado a descartar ideas que parecen antinaturales y que la trayectoria de las amenazas climáticas es demasiado importante como para emitir juicios precipitados sobre posibles soluciones.
“Esto no significa que debamos aceptar sin crítica alguna tecnologías aún no probadas con la primera promesa de reducir esos riesgos climáticos”, afirmó Matthias Honegger, director sénior de programas del Centre for Future Generations y líder del proyecto Co-CREATE, financiado por la UE, con la empresa de investigación y asesoría Perspectives. “Pero sí significa que debemos examinar seriamente su potencial y sus limitaciones”.
Los científicos, que escribieron un artículo independiente publicado en la misma revista, afirmaron que décadas de presión política no han logrado generar una voluntad política o pública significativa para una descarbonización profunda. En ese contexto, añadieron que es éticamente necesario aceptar cualquier investigación que pueda frenar el calentamiento global.
“Queremos que hablar de esto deje de ser un tabú y pase a ser algo habitual, que se pueda evaluar de la forma habitual”, afirmó John Moore, investigador de la Universidad de Laponia, autor del artículo. “Es muy posible que todas estas ideas no funcionen, pero la forma más fácil de desacreditarlas es investigar y encontrar las señales de alarma y las salidas“.
Fuente: BLOOMBERG