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Financiar el futuro: una urgencia estructural de la educación superior

Financiar el futuro: una urgencia estructural de la educación superior

Hablar de educación superior en Colombia es hablar de futuro. Sin embargo, ese futuro sigue siendo incierto para miles de jóvenes que, a pesar de su esfuerzo, ven truncado su proyecto de vida por una causa que no debería determinar su destino: la falta de financiación.

El país vive una paradoja ya que en las últimas décadas hemos logrado expandir la cobertura universitaria, diversificar la oferta y fortalecer los mecanismos de acceso, sin embargo, las brechas económicas siguen siendo el mayor muro invisible que separa el derecho a la educación del privilegio de unos pocos.

Los datos de la Agencia Atenea de Bogotá son contundentes: más de 329.000 jóvenes se han inscrito a programas como Jóvenes a la U y Jóvenes a la E, pero apenas 38.000 han sido beneficiados. Solo uno de cada nueve logra ingresar. Esa cifra revela una exclusión silenciosa que ninguna política de gratuidad total puede resolver.

Por eso, el desafío de la financiación educativa no puede seguir siendo tratado como un tema técnico o presupuestal: es una cuestión de justicia y de sostenibilidad social. La falta de acceso a crédito, garantías o subsidios no solo afecta a los estudiantes; erosiona la movilidad social, perpetúa desigualdades territoriales y limita el desarrollo del talento que el país necesita para avanzar hacia una economía del conocimiento.

En este contexto, iniciativas como el Fondo de Garantías para la Educación Superior, impulsado por Garantías Minuto de Dios, Ascun, la Agencia Atenea y 15 Instituciones de Educación Superior, IES, que prestan sus servicios en Bogotá, representa una respuesta concreta y solidaria. Su fase inicial respalda hasta 90% de las fianzas de créditos educativos de mediano y largo plazo. No es solo un instrumento financiero, es una apuesta ética por compartir el riesgo para ampliar la oportunidad.

La educación deja de ser un gasto y se convierte en inversión colectiva más estratégica y humana. Cuando un joven talentoso no puede estudiar, no solo pierde él; pierde el país su potencial, su innovación y su esperanza. Este modelo invita a construir un sistema de financiamiento mixto, solidario y sostenible, donde Estado, universidades, sector financiero y sociedad civil asumen juntos la responsabilidad de garantizar acceso y permanencia.

Las IES de hoy deben ser corresponsable del futuro de sus estudiantes. No basta con abrir cupos; hay que acompañar trayectorias, ofrecer flexibilidad y asegurar permanencia. Financiar una matrícula no es suficiente: se trata de sostener vidas y construir equidad. Hoy, las IES deben innovar en alianzas, diseñar modelos de financiación propia, diversificar portafolios, promover becas cruzadas, y como lo muestra el caso del Fondo de Garantías, apostar por mecanismos de corresponsabilidad entre instituciones. La sostenibilidad educativa no se garantiza solo con más recursos, sino con más confianza, colaboración y coherencia ética.

Es tiempo de superar la lógica asistencialista y construir una arquitectura financiera que acompañe la educación a lo largo de la vida, con instrumentos que respondan a la diversidad y dignidad de cada estudiante. En un país donde tantos jóvenes estudian para poder vivir mejor, nos corresponde garantizar que no tengan que dejar de vivir para poder estudiar. En una nación que anhela desarrollo y justicia, financiar la educación es financiar el porvenir colectivo. Porque en Colombia, ningún joven debería dejar de vivir para poder estudiar.

Artículo publicado originalmente en La República


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

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Sábado, 15 Noviembre 2025